Todos hemos ido a una tienda de electrodomésticos, o gran superficie, y mirando televisiones, neveras, lavadoras y frigoríficos hemos visto etiquetado una pegatina llamada "ENERGIA", de la Unión Europea, que está llena de números, colores, tipos de letras y símbolos que supuestamente tienen el cometido de informarnos sobre cuál es su coeficiente energético. Pero eso, ¿en qué diferencia unos dispositivos de otros? ¿Realmente es tan importante?
A continuación voy a explicaros cuáles son las principales características de esta pegatina "ENERGIA" y de cómo podéis utilizar esa información que contiene para conseguir ahorrar en la factura de la luz y no llevarnos una sorpresa que más tarde podría darle un buen bocado a nuestro bolsillo mes a mes.
¿Qué es una etiqueta energética?
Fue en la década de los 90 del siglo pasado, en 1995, cuando la industria empezó a tomar conciencia de la necesidad de indicar a sus clientes cuál era la eficiencia energética de sus productos, principalmente frigoríficos, congeladores, lavadoras y lavavajillas y, para ello, acudió a una escala que iba de la letra A a la G, y que le indicaba al comprador cuál era la cantidad de energía que consumía, de cara a un mayor o menor ahorro en la factura de la luz.
Posteriormente, ese sistema fue sustituido por otro "más preciso" que añadía escalas dentro de la categoría A (+, ++ y +++) para dar cabida a electrodomésticos muy eficientes que no podían representarse por las letras B, C o D. Y no contentos con eso, también borraron del mapa las calificaciones E, D, F y G. Esas son, precisamente, las pegatinas que actualmente encontraréis en la práctica totalidad de los aparatos que veis en las tiendas. Así que, de una manera muy resumida podemos decir que la etiqueta energética de un electrodoméstico nos indica cómo de eficiente es a la hora de consumir energía y el mejor indicador que podemos buscar es que la flecha que señala la categoría se sitúe siempre en ese "A+++" de color verde. Solo así podremos irnos a casa satisfechos de haber comprado el dispositivo más eficiente posible.
Ahora bien, cuando todo el mundo parecía comprender el significado de esa nueva escala, la Unión Europea modificó en el año 2017, de cara a una implantación total en 2021, las etiquetas y vuelve a recuperar la vieja categorización de la A a la G con escalas específicas para algunos electrodomésticos como son los frigoríficos. Como en ocasiones anteriores, el uso de estos distintivos están amparados por la Directiva 92/75/CEE.
Ahora bien, esa pegatina no solo se refiere al consumo de energía ya que también ofrecen en el mismo espacio todos los datos sobre consumo de agua o ruido que hacen al funcionar. Es el caso de las lavadoras, lavavajillas o sistemas de aire acondicionado cuya eficiencia no solo afecta a la electricidad, sino también a otros aspectos tan preciados como el agua, o la contaminación acústica, además de datos sobre el fabricante, modelo, consumo (kWh), capacidad (litros) y decibelios (dB) normativa.
¿Qué significan las distintas escalas?
En la actualidad existen un total de siete escalas de eficiencia energética que puede tener un electrodoméstico y, a su vez, se dividen en tres grandes grupos que son los que señalan cuál es el tipo de consumo que nos vamos a encontrar. Y da igual si nos referimos al caso de las actuales pegatinas que van desde la A+++ hasta la D, como de las futuras que vuelven a la vieja organización de la A a la G.
Los electrodomésticos que más consumen son el frigorífico, que alcanza más del 30% del total, le siguen las televisiones, con un 12,2, las lavadoras-secadoras con un 11,8, los hornos eléctricos con un 8,3 y por último los lavavajillas, con un 6,1% del total de la factura. Si hablamos de ahorro, tener un aparato con la máxima eficiencia energética (A+++ o A a partir de 2021) puede significar un ahorro anual de 52 euros para el caso de las neveras, 32 para las lavadoras y 27 para los friegaplatos.
Las más eficientes
La primera categoría de electrodomésticos son aquellos que se encuentran en las escalas positivas (+, ++ y +++) de la A (o de la A a la C a partir de 2021) y recoge a todos los electrodomésticos cuyo consumo inferior es menor [sic] al 90% de la media, con diferenciaciones por grupos del 55, 75 y 90%. Son, por lo tanto, los modelos de los que podemos esperar un ahorro sustancial en el gasto mensual de electricidad.
Consumo moderado
A esta categoría pertenecen todos los electrodomésticos de las categorías A y B actuales (D y E a partir de 2021) que presenten un consumo a partir del 90% de la media, con dos diferenciaciones: un rango específico para todos los aparatos que consuman entre el 90 y el 100%, y los que van de ese porcentaje hasta el 110%.
Consumo alto
Por último, los electrodomésticos menos eficientes se sitúan en las categorías C y D (F y G a partir de 2021) que disparan el consumo hasta máximos que llegan al 125% e, incluso, los superan, algo que obviamente no es recomendable para aquellos casos en los que queremos una factura de la luz lo más ajustada posible.
¿Qué electrodomésticos deben tener etiqueta energética?
Aunque son muchos los dispositivos que llevan esta etiqueta energética a la vista cuando acudimos a una tienda, no todos tienen la necesidad de precisar esta información. Según las indicaciones que marca la Unión Europea en sus directivas, sí tienen la obligatoriedad de incluir esta etiqueta energética los frigoríficos y congeladores, lavadoras-secadoras, lavavajillas, fuentes de luz domésticas (televisiones, bombillas, etc.), hornos eléctricos y aires acondicionados.
Es importante decir que no todas las etiquetas energéticas son iguales ya que existen sensibles diferencias entre unos tipos y otros. Así por ejemplo las de los frigoríficos cuentan con información específica como el volumen máximo de capacidad de distintos tipos de alimentos (frescos y congelados), mientras que los aires acondicionados ofrecen un mayor detalle del consumo, ruido, etc.