Allá donde vayamos solemos escuchar esa cantinela de que ahorrar energía es beneficioso para el planeta, sin diferenciar entre fuentes limpias y renovables o las que castigan el medio ambiente con la emisión de gases de efecto invernadero. Se trata de un tema que vincula a todas las patas de la actual economía circular que se quiere instalar en cada vez más países, y que redunda en un consumo mucho más racional y menos descontrolado. Así las cosas, ¿cuáles son las mejores medidas de ahorro energético que podemos tomar en nuestra casa?
¿Qué beneficios tiene un consumo racional?
En un primer momento, podríamos llegar a pensar que el hecho de recurrir a energía generada a partir de fuentes limpias y renovables sería suficiente para abrir el grifo descontroladamente y dejar de importarnos la cantidad de lo que consumimos, pero no es así. Tan importante como el origen es la cantidad que necesitamos y, por tanto, la demanda que requerimos al sistema cuando actuamos todos al mismo tiempo.
Recurrir a un consumo racional de la energía tiene un especial impacto en un elemento que estos días de verano se ha vuelto protagonista de la actualidad nacional: el recibo de la luz. Solo tomando una serie de hábitos concretos puede permitirnos reducir esa cantidad que pagamos todos los meses y que se ha visto incrementada, precisamente, por los precios que alcanza en las subastas, que se determinan en muchos casos por la demanda que se espera que alcance ese bien tan preciado.
Ese consumo, en cuanto se reduce, pasa a impactar en los costes de producción, lo que permite a las empresas competir en el mercado de la única forma que tienen disponible: rebajando los precios. Esta es razón más que suficiente para modificar esos hábitos que tenemos, además de la menor dependencia energética de otros países (por ejemplo con el gas), la contaminación que todavía se produce por culpa de algunas fuentes "sucias" que se siguen utilizando, o la garantía de que no padeceremos cortes en el suministro por la elevada demanda de los millones de usuarios que concurrimos en el gasto al mismo tiempo.
¿Cómo podemos contribuir ahorrando energía?
Ese circulo virtuoso de reducir el consumo para generar una menor demanda y gozar de mejores precios, al mismo tiempo que protegemos el medio ambiente y potenciamos los recursos que no producen huella de carbono en la atmósfera, es razón suficiente para adoptar en nuestro día a día toda una serie de hábitos "saludables" en el consumo de esa energía. Así que, ¿qué es lo que podemos hacer para aportar nuestro granito de arena?
- Recurre a empresas energéticas que te garanticen el origen de la electricidad que suministran, comprobando que, efectivamente, todo tu consumo proviene de fuentes limpias y renovables.
- En el caso de tu hogar, verifica que tienes el mejor aislamiento posible en puertas y ventanas (dobles cristales, contraventanas, marcos de PVC, toldos, etc.), de tal forma que en invierno el calor de la calefacción no se escape y en verano sea el aire frío el que se mantenga dentro de tu casa.
- Tanto los toldos como las cortinas y las persianas son tres elementos esenciales para mitigar el calor que impacta en nuestra casa en verano, lo que ayuda a los equipos de aire acondicionado a no gastar más de lo necesario. Si evitamos que los rayos del sol impacten directamente, tendremos mucho ganado para reducir sustancialmente el gasto energético de los equipos de refrigeración.
- Otro de los elementos esenciales del consumo responsable son los electrodomésticos que compramos. Su etiqueta energética es fundamenta para llevarnos a casa los más eficientes que nos van a asegurar ratios de consumo realmente bajos sin perder prestaciones. Los más recomendables son, sin duda, los modelos etiquetados como "A", que alcanzan ahorros cercanos al 70% respecto de modelos de las llamadas "gamas medias".
- En este apatado, es importante recordar que electrodomésticos como el frigorífico pueden modificar su régimen de funcionamiento para adecuarlos a cada momento del año: baja su temperatura de trabajo en verano y súbela sensiblemente para el otoño e invierno.
- Otro de los consejos que no pueden faltar cuando utilizamos el aire acondicionado en verano es el de cerrar todas las ventanas previamente, para evitar que se pierdan las frigorías de potencia. El acondicionamiento de la temperatura debe llevarse a cabo siempre con nuestra casa completamente cerrada.
- Secar la ropa es otro de los problemas que tenemos a lo largo del año. Muchos usuarios recurren a los radiadores para conseguirlo, dejando las prendas sobre los propios elementos. En este caso, es mucho más eficiente dejar la ropa en sillas que dejaremos a una distancia prudencial cerca de los radiadores.
- Es importante tener presente cuáles son las temperaturas saludables de nuestro hogar, tanto en invierno como en verano. Durante la estación más fría, los 20 grados son una cantidad más que suficiente para sentirnos confortables, así como los 25 en el caso de los meses de junio, julio y agosto.
- Sustituye las luces de tu casa con dispositivos LED, que multiplican su tiempo de uso y reducen drásticamente el consumo respecto de los modelos con filamentos hasta en un 80%.
- No pongas en marcha la lavadora o el lavavajillas hasta que se encuentren completamente llenos. Olvidad los programas a media carga que no solo gastan energía, sino también agua. Precisamente, en el caso de la ropa, es recomendable ajustar la temperatura a 30º y el centrifugado a un máximo de 800 revoluciones.
- Por último, recuerda que todos los aparatos conectados que se encuentren en "stand-by" consumen energía, aunque sea en cantidades muy pequeñas. De esta forma, os recomendarlos apagarlos por completo para conseguir un ahorro cercano al 7%, lo que no está de más si queremos seguir exprimiendo lo que pagamos mes a mes en la factura de la luz.
