La potencia demandada es la cantidad de suministro eléctrico (kW) que se demanda por un consumidor en un momento dado. Se trata de la potencia que pide o reclama el punto de luz para aportar energía eléctrica al domicilio o local comercial, en el que habrá un servicio contratado previamente con la compañía distribuidora de luz.
De este modo, esta potencia demandada incidirá de manera directa en la facturación y precio final del servicio eléctrico para un consumidor. Como ya hemos dicho, esta potencia afectará al suministro que se tenga contratado, por lo que también afectará a la calidad y cantidad que llegue al punto de luz.
Diferencias entre potencia contratada y potencia demandada
Ahora bien, qué diferencia hay entre la potencia que se contrata y la que se demanda en un suministro eléctrico. La respuesta es sencilla. La potencia contratada es, como su propio nombre indica, la que se acuerda con la empresa de electricidad a la hora de cerrar un contrato de luz.
Esta potencia se trata de la potencia activa, que se deberá sacar de la suma y cálculo total de la potencia necesaria para un domicilio o establecimiento comercial. Mientras, la potencia demandada es la que entra en juego durante el uso de la electricidad en un lugar determinado, marcando el consumo que se lleva a cabo. Este tipo de potencia puede ser igual, mayor o superior que la potencia contratada.
¿Cómo afecta la potencia demandada en la factura?
La potencia facturada parte de un cálculo o cifra que se obtiene de la potencia contratada y la potencia demandada. Así, si la primera no supera a la segunda, el precio no se verá alterado. Pero, si la potencia demandada es mayor a la contrata pueden aparecer penalizaciones y una subida de la cuantía a pagar en la factura.