El término biodegradable sirve para definir a aquellos materiales que se descomponen en muy poco tiempo debido a la acción de hongos o bacterias, pero, posteriormente, se transforman en nutrientes, agua o dióxido de carbono. Todo este proceso de descomposición permite que muchos nutrientes sean reciclados.
Otro rasgo de los materiales biodegradables es que se pueden descomponer sin que dejen residuos que sean tóxicos. Además, terminan desapareciendo, por lo tanto, no generan basura.
También hay que tener en cuenta que no todos los materiales se degradan al mismo ritmo. Algunos de ellos se degradan en tan solo dos o cuatro meses, mientras que otros pueden tardar hasta 6 meses o un año. En este caso, los primeros tendrían un grado de degradación mucho más elevado que los segundos.
Las condiciones ambientales no afectan al grado de degradación de los materiales, ya que el ser biodegradable es una característica propia de un material concreto. Por lo tanto, no importa que un material esté enterrado o que permanezca expuesto a una zona abierta en la que abunda el oxígeno. Mientras un material esté hecho por elementos naturales, lo más probable es que sea biodegradable.
Finalmente, existen los materiales no biodegradables, que son aquellos que tardan cientos de años en descomponerse definitivamente. Como consecuencia, generan residuos y basuras que perjudican al medioambiente.