La batería de níquel de metal hidruro se encuentra entre las modalidades de baterías recargables que forman parte de un gran número de dispositivos. Hoy en día son muy valoradas por tener un impacto ambiental bajo y por ofrecer una gran resistencia en los ciclos de carga y descarga.
El origen de este tipo de batería se sitúa en el año 1899 cuando se creó la batería de níquel-cadmio. Posteriormente, esa batería fue evolucionando hasta que el año 1960 se creó la batería de níquel metal hidruro que se diferenciaba de la anterior por ser más ecológica.
La batería de níquel de metal hidruro está formada por tres componentes. El primero de ellos es el ánodo, que está compuesto por una aleación que tiene capacidad para absorber cierta cantidad de hidrógeno que después es liberada en la fase de descarga.
El siguiente componente es el cátodo, que es el punto en el que tiene lugar la oxidación y que está compuesto por óxido de níquel. Finalmente, se encuentra el electrolito, que está formado por una solución acuosa de hidróxido de potasio y de sodio. El electrolito es el lugar en el que se transfieren los iones entre el ánodo y el cátodo.
Batería níquel metal hidruro vs litio
Las baterías de níquel de metal hidruro se han colocado en contraposición a las baterías de iones de litio que también están presentes en muchos dispositivos. La principal diferencia entre ambas se sitúa en su composición química.
Las baterías de níquel de metal hidruro son mucho más ecológicas que las de litio. De hecho, están presentes en dispositivos electrónicos e híbridos. En el aspecto ecológico también sobresale la batería solar, que, además de aportar una energía de origen renovable, tiene una vida útil muy larga.