Quien más quien menos llega un momento en el que tiene que decidir cuál es el método que va a utilizar para calentar su hogar en invierno, ya sea para la calefacción o el agua caliente. En muchos casos, esa elección viene predeterminada por la infraestructura de la propia casa, aunque siempre tenemos la posibilidad de modificarla con las miras puestas en conseguir una mayor eficiencia energética y, por supuesto, una rebaja sustancial en el recibo de la luz. Ahora bien, ¿son las bombas de calor una alternativa eficiente, viable y económica?
¿Qué es una bomba de calor?
Aunque todos hemos escuchado hablar de las bombas de calor que instalan una buena parte de los aires acondicionados que tenemos en casa, este tipo de alternativa renovable cuenta con sistemas específicos diseñados para rendir bajo diversas circunstancias y que son capaces de generar tanto calefacción, como refrigeración y agua caliente sanitaria. Su clave es que trabajan gracias a sistemas que se sirven de energías renovables y, dependiendo de cuál utilicen, serán:
- Aerotérmicas, que funcionan gracias al calor latente en el aire
- Geotérmicas, que hacen lo propio aprovechándose del calor al que se mantiene, prácticamente de forma constante, la Tierra
- Hidrónicas, que funcionan gracias al calor que se encuentra latente en el agua
Es, a pesar de lo que pudiera parecer, uno de los sistemas de generación de calor más utilizados en el norte de Europa. En España está comenzando a adoptarse ya que nuestra situación geográfica nos permite reunir las condiciones climatológicas óptimas para su instalación y desarrollo. Existe, además, una variante de estas bombas de calor que son los modelos llamados "reversibles" y que no solo nos procuran temperaturas de confort en invierno, sino que son capaces de hacer lo mismo en verano, reduciendo la temperatura de nuestros hogares de una forma eficiente.
¿Cómo funciona una bomba de calor?
El principio fundamental por el que una bomba de este tipo es capaz de extraer el calor del aire, el agua o la tierra tiene que ver con los principios esenciales de la termodinámica y se divide en cuatro grandes fases:
- En la primera, tenemos un fluido refrigerante a baja temperatura y baja presión que se encuentra en estado líquido. Cuando el aire ambiente es aspirado a través del evaporador, el flujo absorbe esa temperatura ambiente y cambia de estado a la vez que el aire es expulsado a una temperatura más baja
- A continuación, ese fluido refrigerante en forma de vapor a baja presión pasa a través un compresor que consigue aumentar su temperatura
- Ese vapor se encuentra en un estado en el que acumula mucha energía y temperatura que, dentro del condensador, se transfiere al agua acumulada
- Por último, ese fluido refrigerante pasa otra vez a estado líquido y cierra el ciclo para volver de nuevo al evaporador para iniciar el proceso
¿Cuál es el consumo de una bomba de calor?
Antes de nada hay que decir que las bombas de calor tienen una gran ventaja y es que son capaces de generar mucha más energía de la que necesitamos consumir. Tanto es así que por cada kWh. eléctrico que usa para funcionar, cerca de tres cuartas partes de ella provienen de fuentes renovables como son el aire, la tierra o el agua, y solo una de la energía eléctrica, lo que permite a un usuario realizar consumos realmente bajos que se traducen en facturas de la luz mucho más asequibles.
Este tipo de sistemas tienen, además, otra ventaja y es que son capaces de ahorrar energía aunque los tengamos encendidos todo el día, lo que evita esos periodos de parada y arranque varias veces por jornada que se llevan una buena parte del consumo de energía necesaria para alcanzar las temperaturas de confort marcadas. Eso sí, cuando programamos los diferentes escenarios del día (es decir, lo periodos en los que estamos en casa) hay que tener en cuenta que en el caso de la franja de mantenimiento no debemos reducir nunca el límite de los 17-18º, para evitar que las paredes se enfríen y el aparato tenga que hacer un esfuerzo añadido para recuperar los niveles de confort marcados en el termostato.
Estos sistemas son capaces de aportar mucha más energía térmica que la propia que consumen para generarla ya que, por regla general, por cada 1 kWh eléctrico de consumo de la bomba de calor, nuestra casa obtiene 4 kWh de calor, lo que multiplica por cuatro la eficiencia y nos permite ahorrar en la factura de la luz.
Qué consume más, ¿un radiador eléctrico o una bomba de calor?
Existe una idea muy extendida de que las bombas de calor son un sistema de calefacción muy caro y que consume más que, por ejemplo, un radiador eléctrico que podamos instalar de forma provisional en una habitación. Debéis saber que esto no es así. Y es que, como antes os comentábamos, algo menos de tres cuartas partes de la energía que consume uno de estos sistemas pertenece a una fuente renovable (agua, tierra o aire), por lo que solo una cuarta parte se corresponde con electricidad. Esto significa que por cada 3-4kWh generados de calor, solo se consume 1kWh de electricidad.
En cambio, un radiador eléctrico su ratio de consumo es radicalmente distinto y por cada 1 kWh que generamos de calor con ellos, se produce un consumo eléctrico equivalente de 1 kWh. Y ese aumento es progresivo por lo que a mayor potencia, mayor consumo en una relación 1:1 que no tiene nada que ver con los ahorros que obtenemos gracias a una bomba de calor. Si ponemos como ejemplo que 1 kw cuesta 0,15 euros y queremos calentar una habitación de 12 metros cuadrados durante tres meses, cinco horas al día, el precio del radiador eléctrico nos saldrá por un coste cercano a los 103 euros frente a los apenas 33,75 de la bomba de calor.